"El suelo y el agua son dos caras de la misma moneda, así que un incendio les afecta de forma relacionada. Las zonas mediterráneas destruidas por el fuego son víctima de un fenómeno conocido como "sabanización". La tierra queda casi estéril y limita la recolonización de las plantas autóctonas. El suelo se vuelve más impermeable e impide la penetración del agua en su interior. La actividad bacteriana y de los hongos, trascendentales en los procesos biológicos del suelo, se ven también muy afectados. La sucesión de nuevos fuegos y lluvias torrenciales incrementa la erosión y la pérdida del suelo fértil.
En las zonas mediterráneas esta erosión ocurre, en general, en los dos primeros meses tras el incendio. El manto vegetal desaparece y, con él, la barrera natural que retiene el agua y frena las inundaciones. Es la denominada "desertificación del paisaje", el daño ecológico más grave causado por este desastre natural, según diversos expertos. Greenpeace asegura que más de un tercio de la superficie española padece este problema."
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